27 abril 2024

    Tai chi: meditación en movimiento

    A l’aguait. Pere R. Guaita

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    Movimientos lentos, ágiles y sinuosos, como si se tratara de un gato. Silencio, una expresión de profunda concentración y, al mismo tiempo, de calma y serenidad. Una atmósfera que induce a la paz interior. Este ritmo especial es lo opuesto a lo que lleva cualquier persona en su vida cotidiana: prisas, tensión, ruido, estrés o movimientos bruscos; actitudes comunes en nuestro mundo occidental. Quizás por eso, el Tai Chi está seduciendo a los occidentales como una alternativa a ese ritmo desenfrenado.

    El Tai Chi es un arte marcial de origen chino que se basa en conocimientos que integran el Taoísmo y la Medicina Tradicional China (MTC). Fue introducido en el estado español por el sacerdote jesuita Peter Yang en 1964. Hoy en día, el Tai Chi está tan extendido por todo el mundo que comienza a ser prescrito por médicos chinos y naturistas como complemento a sus tratamientos. La medicina occidental está comenzando a considerarlo como una alternativa a las terapias de rehabilitación y se ha demostrado su eficacia en la prevención de ciertas patologías.

    Su práctica también constituye una ayuda para reafirmar y equilibrar la personalidad y el carácter. Naturalmente, también puede utilizarse como método de defensa personal y, en definitiva, constituye una ciencia completa que abarca los secretos del cuerpo y de la mente.

    Su trasfondo filosófico lo convierte en una meditación en movimiento, una forma de sentir la vida más cercana al latir natural de las cosas. Los viejos maestros de Tai Chi repiten incansablemente que el movimiento de cada una de las partes del cuerpo debe ser experimentado por el cuerpo en su totalidad.

    Eso requiere una atención total, una concentración absoluta, como se nota al observar los rostros de aquellos que llevan tiempo practicando Tai Chi: sus miradas parecen vacías pero atentas, y aunque sus cuerpos van dibujando una tras otra las armoniosas posturas del Tai Chi, sus expresiones indican que sus ejes corporales permanecen en constante equilibrio y estabilidad.

    El Tai Chi es el símbolo de las fuerzas opuestas pero a la vez complementarias del Yin y el Yang. Estos dos conceptos representan la filosofía de los contrarios que impregna toda la naturaleza. Alto y bajo, oscuro y luminoso, interno y externo, bueno y malo… todas estas cualidades están presentes en todas y cada una de las formas de la naturaleza, cuyo equilibrio genera un estado de armonía o salud.

    La filosofía del Yin y del Yang nos dice que no hay día sin noche, que no hay bueno sin malo, que no hay luz sin oscuridad; en otras palabras, existe el día porque también existe la noche, o hay alto porque también hay bajo. Es imposible concebir una cosa sin la otra. Son opuestos pero a la vez forman parte de una misma unidad. Todos estos contrarios están presentes en la naturaleza y en la vida, y estas no existirían sin ellos.

    Cuando un practicante de Tai Chi comienza una secuencia encadenada de movimientos, estos dos principios se manifiestan al estirarse y contraerse, al inspirar y expirar, al abrirse y cerrarse, al cambiar la actitud mental de pasiva a activa, y en otras acciones que, a través del movimiento correcto, se combinan para lograr quietud a través del movimiento y alcanzar al final un perfecto equilibrio entre los principios Yin y Yang. Sin olvidar la estructura del movimiento y los conocimientos necesarios para su correcta ejecución, todos los movimientos deben realizarse de manera natural y espontánea.

    Los maestros chinos de Tai Chi no suelen dar explicaciones. El método tradicional de aprendizaje consiste en colocarse detrás del maestro y emular sus movimientos. A través de la repetición, el cuerpo va cogiendo el ritmo por sí solo.

    Existen muchas escuelas de Tai Chi,las más importantes son CHEN y YANG. La diferencia principal está en la velocidad de ejecución. En el estilo Yang, todo se realiza con lentitud, casi a cámara lenta. En cambio, en el estilo Chen, el ritmo es más marcial, más rápido y con movimientos más bruscos.

    Pero independientemente del estilo que se practique, los objetivos de equilibrar la mente, el cuerpo y la energía vital a través del movimiento, la respiración y la actitud mental son comunes. La única diferencia radica en la forma de ejecutarlos. Si se practica de manera suave, regular, cíclica, circular y global, el Tai Chi libera los músculos de tensiones y desbloquea la energía vital, ayudando a que ésta circule de manera armónica y total.

    Queremos destacar el éxito que están teniendo los cursos que se imparten semanalmente tanto en l’Associació ‘Ca Nostra’ de Capdepera como en el Club ‘Sol Naixent’ de Cala Rajada, a cargo de la profesora Aina Nadal. Es un tema que no habíamos abordado anteriormente y que merece ser divulgado por los beneficios que estas disciplinas orientales ofrecen.. ¡Enhorabuena y Tai Chi Chuan!

    A l’aguait. Pere R. Guaita

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